La leyenda de la rosa. La rosa en la historia
Las primeras rosas de nuestra historia datan de treinta y cinco millones de años. Fósiles de esta flor han sido descubiertos en América del Norte. Se cree que los rosales fueron introducidos en Oriente Medio en el año 4000 año a. C., por el rey Sargos. El rey Nabucodonosor las plantó posteriormente en sus célebres jardines colgantes de Babilonia. De aquella época, se han encontrado representaciones y poemas que mencionan a los rosas en China.
En la Grecia antigua se creía que la diosa de las Flores, Chloris, queriendo resucitar a Afrodita, diosa del Amor, le había dado su belleza. Dionisio le hizo un homenaje con su perfume embriagador y las Tres Gracias de la mitología, le ofrecieron respectivamente el encanto, el resplandor y la alegría. Pero es Apolo quien, lanzando sus rayos de oro, creo esta nueva flor. Dedicada a Afrodita, la rosa fue considerada como la flor del amor capaz de vencer a la muerte y de hacer renacer la vida.
Es Alejandro Magno quien introdujo la rosa en Egipto donde reemplazó poco a poco a la flor de loto. Encontramos coronas de rosas en tumbas que databan del siglo IV a. C. Las rosas se elegían para acompañar a los hombres en su último viaje hacia la Eternidad. La leyenda narra que Cleopatra recibía a sus amantes sobre una cama de pétalos de rosas perfumadas. Cuenta que en Alejandría, ella ofreció, en honor al joven César victorioso, un gran banquete para el cual hizo coronar de rosas a todos sus invitados. Son los romanos quienes introdujeron la rosa en Europa. Enamorados de las flores venidas de Oriente, consagraron a la rosa como la flor del amor.
|
Las primeras especies introducidas en Europa lo fueron más por sus perfumes que por razones decorativas, ya que se apreciaba su rico, delicioso y azucarado aroma. La más antigua de las especies existentes, la Rosa Gallica, era una rosa roja. En el siglo XII, “La Novela de la Rosa” es el primer poema que se consagra a esta flor. La acción transcurre en un jardín alegórico. Paseando por este lugar mágico donde las flores tienen un olor exquisito en cualquier temporada, el héroe ve reflejada en la Fuente de Narciso un capullo de rosa y se enamora de él. Dotada de atractivos humanos, la rosa constituye la imagen sublimada de la mujer, a la que él escoge entre todas las flores. El héroe tendrá que sortear numerosos obstáculos en su ardua búsqueda para coger la rosa.
La rosa se hizo, en todo el mundo, un testimonio de amor: la costumbre de que la novia llevará un ramo de rosas, símbolo de belleza, amor y pureza, se difundió por todas partes. En Austria, el novio ofrece rosas a su prometida. En Francia, la mañana de su matrimonio, la futura esposa echa pétalos rosas de rosa en un estanque o arroyo, un acto simbólico de adiós a su vida de muchacha.