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Cuidados de los rosales

Los rosales prefieren los suelos profundos, bien mullidos antes de la plantación y enriquecidos con una aportación de abono orgánico o de estiércol bien descompuesto. El rosal es, en general, una planta de pleno sol. Sin embargo, ciertas variedades pueden adaptarse a la semisombra descubierta.

Todas las plantaciones de rosales de raíces desnudas se efectúan desde noviembre hasta mediados de abril. La plantación en primavera es preferible en terrenos pesados y húmedos. Antes de la plantación, el rosal debe ser preparado, conservando sólo 3 o 4 ramas en los rosales matorrales y arbustos, y 2 o 3 ramas en los trepadores, y cortados a 10 o 12 cm del punto de injerto. No temas cortar muy corto, así es como te asegurarás un buen agarre. Debemos plantar el rosal enterrándolo hasta el punto de injerto. Un riego bastará para asegurar un buen contacto de las raíces con el suelo.

Debemos hacer riegos regulares en primavera, desde la salida de la vegetación, y durante el verano. Nunca usaremos un producto herbicida el primer año de plantación y lo podremos usar, aunque con mucha prudencia posteriormente.  El deshoje manual nos parece el más seguro y eficaz. No abuses tampoco de los tratamientos, aunque las hojas estén manchadas, el rosal no muere de eso. Hasta si aparecen pulgones, las mariquitas están para restablecer el equilibrio, si usted no las destruye.

Cuidados de los rosales

La salud de un rosal depende de los cuidados aportados por el jardinero. El emplazamiento, la luz, el riego, el tamaño, el aporte de estiércol, la calidad del suelo,… todos estos son factores determinantes para la buena salud del rosal. En cuanto a las enfermedades, hay que saber (dejando aparte la sensibilidad varietal) que son a menudo debidas a cuidados inadaptados a las exigencias del rosal.

Por ellos es bueno que recordemos algunas premisas básicas: Un rosal necesita por lo menos de cuatro horas de sol al día, aunque teniendo en cuenta que ciertas variedades prefieran la semisombra. Una buena tierra de jardín con aportación de abono compuesto invernal o un abono compuesto de primavera desarrollará las raíces y devolverá la vigorosidad al rosal.

El estiércol “especial rosales”, dos veces por temporada, así como un riego estival regular (10 litros a la semana) al pie del rosal y por la noche, es una garantía de florescencia (para los rosales trepadores) y le dará al rosal una mayor resistencia a las enfermedades.



    
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